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domingo, 18 de diciembre de 2011































04 de Septiembre de 2010

Varanasi

09:30 listos para desayunar. Hoy hemos decidido no madrugar mucho y recuperar fuerzas. Nos preparan una mesa y desayunamos con vistas al Ganges… que mejor forma de empezar el día, que por cierto empieza a prometer, porque hace ya un calor terrible.



Nuestro primer destino …. adentrarnos en el corazón de Varanasi,  
perdernos por las calles de esta antiquísima ciudad, y empezar a descubrir porque no deja indiferente a nadie.





La idea inicial de dar un tranquilo paseo dura 15 minutos, el tiempo que tardan en asaltarnos dos “cazaturistas” que deciden acompañarnos. A veces te gustaría pasar desapercibido y poder pasear sin sentirte observado, pero resulta imposible. No les prestamos mucha atención, pero la verdad es que resultan ser bastante simpáticos y decidimos que con ellos ahorraremos tiempo. En ningún momento hablamos de dinero, pero la invitación a una coca – cola cierra nuestro acuerdo, solo establecemos una condición, no queremos perder el tiempo en compras, así que si quieren hacer negocios comisionistas,  no somos la mejor elección.  
Visitamos el cercano barrio musulmán, productor textil por excelencia. Unas condiciones de trabajo esperpénticas dan como resultado los mejores tejidos para confeccionar saris y pashminas.



Los saris son los vestidos tradicionales usados por las mujeres indias. Compuesto de 5 metros de tela que enrollan en su cuerpo de una peculiar forma,  tiene una gran versatilidad porque lo visten tanto para acudir al mejor acto social, como para cavar piedras en una zanja. Apto para todas las tallas, permite resaltar o esconder parte de la figura. La forma de vestirlo, el color, la calidad o textura de la tela es un indicativo del estatus social de la mujer.


Seguimos caminando y el olor nos indica que estamos cerca de uno de los crematorios de la ciudad. No es la primera vez que vivimos de cerca esta experiencia, y podemos asegurar que la atmósfera que envuelve este ritual es difícil de olvidar.
El sari rojo entre las llamas indica que es una mujer la que está siendo incinerada en esos momentos. Por respeto a su fe y creencias está estrictamente prohibido sacar fotos allí mismo. Antes del aviso ya habíamos guardado nuestras cámaras. En la misma orilla algunos adultos y niños se bañan y juegan ajenos al siniestro escenario. Chapotean entre las cenizas y los restos que acaban de ser tirados al río.

Decidimos abandonar el lugar cuando el humo nos envuelve sin poder evitarlo. Intentamos alejarnos de él y del mundo que nos rodea.

 

El mercado de Godwalia nos devuelve a la realidad. La vida continúa y nuestro paseo también. 
Llegamos hasta las mismas puertas del templo Kasi Vishwanath, conocido también como templo dorado, uno de los doce lugares sagrados dedicados a la diosa Shiva. Prohibida la entrada a los no hinduistas, así que nos quedamos en la puerta.


Entrada Templo hinduista Kasi Vishwanath - Varanasi -

 

Ha llegado la hora de despedirnos de nuestros audaces guías callejeros, hemos compartido dos intensas horas con ellos, que nos han permitido conocer un poco más de cerca la realidad de esta ciudad. Una propina a cambio de su servicio y una espléndida sonrisa es la forma más educada de decirles que preferimos continuar el camino  solos.
La ciudad de Varanasi es muy caótica, sucia, ruidosa y desordenada. Sus callejuelas estrechas parecen un laberinto, pero son sombrías y se agradece.


Un encantador de serpientes intenta despertar a su cobra que está por lo menos en el séptimo sueño. Los reptiles junto con las vacas son los animales más venerados. Estos encantadores de serpientes tienen sus orígenes en los antiguos brahamanes o sacerdotes. Sin embargo lo que antes constituía un auténtico rito religioso, hoy no es más que un mero espectáculo. Algunos turistas se acercan a tomar algunas fotos, Luis hace todo lo contrario, prefiere pasar desapercibido y desaparece un instante ( ver más fotos en la entrada nº 2 )


Sin darnos cuenta es mediodía y hay que buscar un sitio donde comer. Pasamos por delante de una Guest House ( Shree café ). Hay algunos turistas comiendo, entre ellos un español que acaba de terminar que al oírnos se acerca a recomendarnos el sitio. No lo pensamos más. Nuestro menú: Daal ( sopa de lentejas ), noodles ( pasta ) y un cheese naan ( torta de pan con queso ). Comemos fenomenal, está todo buenísimo y además barato.  Repetiremos.



El calor nos agota, el hedor de algunos rincones es insoportable y decidimos volver al hotel para darnos una refrescante ducha, descansar un rato y evitar así las horas centrales del día.


De regreso pasamos por la puerta de una de las casas de acogida fundadas por la Madre Teresa de Calcuta y por su congregación “Misioneras de la Caridad “, cuya misión según palabras textuales de la Madre Teresa es  " cuidar de los hambrientos, los desnudos, los sin hogar, los lisiados, los leprosos, toda esa gente que se siente indeseada, rechazada, sin cariño, para traerlos de vuelta a la sociedad, esa sociedad para la que se han vuelto una carga y los evita “. Comenzó solo con 12 miembros y hoy son más de 5000 las monjas que atienden los numerosos centros de diversos países que atienden a los más desfavorecidos sin tener en cuenta su religión.


Con las pilas cargadas, nos lanzamos de nuevo a la calle. Nuestro primer objetivo de la tarde, visitar un ciber café para conectarnos y dar señales de vida. Desde que llegamos no saben nada de nosotros, así que es hora de contactar con la familia y amigos.  Una vez enviados los correos de rigor, decidimos ir a visitar el Templo de los monos, pero por el camino empieza a anochecer y todavía nos falta como un cuarto de hora para llegar, así que decidimos dejarlo para mañana.


Cambio de planes, vamos a intentar visitar la zona de Raja Bazar, que por lo visto es una zona comercial. Quizás podamos dar un paseo y encontrar un sitio para cenar. Cogemos un tuc – tuc…. El camino se hace interminable. Tráfico, polución, agobio, en algunos momentos nos tenemos que tapar la nariz y la boca con un pañuelo si no quieres masticar el ambiente. Por fin llegamos …. al fin del mundo. Hay algunos hoteles, pero desde luego es una zona bastante alejada del centro de la ciudad. Nos reafirmamos en la idea, nuestro hotel ha sido una buena elección. La zona además no está iluminada, no vemos mucho movimiento y tampoco ningún sitio donde cenar, en definitiva, que no nos atrae, así que sin bajarnos del tuc – tuc le pedimos que nos lleve de vuelta al hotel. La cara del conductor lo dice todo…. Cada día entiendo menos a estos turistas…. pero empañada por la mugre del espejo retrovisor,  atisbamos una sonrisa. Sabe que con nuestros dos viajes, tiene el día más que resuelto.


Ayer vimos que junto a nuestro hotel hay un restaurante con un acogedor jardín, decidimos acercarnos... pero si sirven hasta pizzas, … y nosotros queriendo explorar mundo… tema de la cena solucionado. Nos comimos la pizza más sosa e insípida del mundo... extraño para ser el país de las especias, pero cuando tienes hambre nada importa, ni tan siquiera ver saltar algún ratón que otro por debajo de las mesas….



En Varanasi un alto porcentaje de gente vive y duerme en la calle, así que difícilmente podrás ver una calle vacía. Pero cuando cae la noche, poco a poco el silencio se apodera del insoportable ruido . La gente se tumba en hileras para dormir…  es lo único que parece tener orden dentro de este caos. La ciudad se desconecta, y nuestro tiempo de desconexión también ha llegado. El calor hace que acabemos el día agotados. Mañana madrugón,… queremos ver amanecer dando un paseo en barca por el río, y el sol no espera.

( Si quieres ver más fotos, visita también nuestra página web http://www.siuler.com/ )

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