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viernes, 3 de enero de 2014





03.09.2013 – LEH

- Por la noche es cuando más se suele acusar los síntomas del mal de altura y damos fe de ello. Hemos pasado una noche un tanto movidita. A pesar del cansancio, de llevar tantas horas sin dormir debido al viaje,  no hemos podido pegar ojo; nerviosismo, insomnio y algún que otro mareo y mala gana han sido los principales culpables de una noche, que a mí particularmente, se me ha hecho eterna. Luis tiene un dolor de cabeza bastante considerable, aunque como es algo que habitualmente sufre,  lo lleva con bastante resignación.

Son las 08:00 de la mañana, hace ya rato que ha salido el sol y tenemos que ponernos en marcha. Un copioso y estupendo desayuno a base de tortilla de queso y cebolla, tostadas con mantequilla y mermelada y té con leche recién ordeñada, nos ayuda y mucho a entonarnos un poco. Visnut, se deshace en atenciones hacia nosotros para que no nos falte de nada. A las 10:30 ponemos rumbo hacia el centro de Leh. Parece que hoy nos cuesta un poquito menos andar, pero aún con todo, nos lo vamos a tomar con mucha calma, y con agua…. mucho agua, por aquello de la hidratación.

Paramos en uno de los mercados de artesanía tibetana que hay en la misma calle de nuestra Guest House. Budas, banderas de oración, joyería de plata, estatuas de bronce, de latón…. Qué bonito es todo y qué peligro tenemos…. Nos lo llevaríamos todo. 


Continuamos caminando y hacemos una segunda parada en otro mercado tibetano que ayer estaba cerrado cuando pasamos. Aquí encontramos sobre todo artículos de textil. Ropa de montaña y accesorios. No podemos evitar hacer las primeras compras y dejar ya alguna negociación abierta para otro día por no llegar a un acuerdo en el precio…. Lo dicho, esto empieza a ser muy peligroso.
Al salir del mercado tibetano, ponemos rumbo hacia Main Market. La mercancía está dispuesta a lo largo de las aceras de la calle principal. Frutas y verduras se mezclan con los comerciantes, un puñado de turistas y el tráfico. Pero nada que ver con el recuerdo que guardábamos de nuestro paso por India. Aquí todo es mucho más relajado. No existe el estrés… todo fluye, solo hay que dejarse llevar. 



Y nos dejamos llevar con nuestra cámara, y nuestras sospechas se confirman. Aquí no es nada fácil hacer fotos. Ni pidiendo permiso. Así que hay que acudir al plan B, que consiste en esconderse e intentar pasar desapercibidos. Y al final logramos hacer algunas capturas que reflejan lo cotidiano de un día cualquiera en la ciudad de Leh.





Pasamos por la puerta de la mezquita de Leh y aprovechamos para visitarla, aunque solo puede acceder al interior Luis. Está llena y se encuentran en plena oración. 


Continuamos caminando y llegamos al templo dónde ayer vimos a la niña de los ojos verdes. Esta vez no está con sus hermanos en la puerta. Cruzamos la puerta y nos encontramos con algunos mendigos. Caras tristes, sobrias, arrugadas y castigadas. Hasta que en esa gris escena aparece un velo verde que lo vuelve a iluminar todo. Es la misma niña. Y nos ha visto en seguida. Nos regala una espléndida sonrisa y podemos robarle alguna foto más. Nos tiene cautivados.


Abandonamos el templo y tenemos que seguir centrándonos en nuestros objetivos del día que son alquilar una moto con la que recorreremos los alrededores de Leh por un lado y estudiar la posibilidad de ir hasta el Valle de Nubra por otro.
Al final después de mirar en unos cuantos sitios, comparar y regatear precios, conseguimos la moto que queremos. Una Royal Enfield que está prácticamente nueva con apenas 1 año, por 10€ al día, aunque tendremos que esperar a última hora de esta tarde para cogerla.

Hemos mirado también los precios para ir hasta el Valle de Nubra, y necesitamos más gente para hacer un grupo y compartir coche, pero no lo tenemos fácil porque ahora no hay mucho turismo en esta zona. Son los últimos días antes de que se instale el crudo invierno y llegue de nuevo el aislamiento, así que el tiempo suele ser bastante inestable. No obstante sacamos los permisos para los siguientes 7 días que nos permitirá acceder al Valle de Nubra y a algunas de las zonas que queremos visitar en moto por 500 INR - 6€ por persona. Mañana volveremos para ver si la agencia ha conseguido reunir a más personas.

Es hora de comer, y lo hacemos en el Restaurante Apple Garden, que anuncia wifi disponible… pero en menos de un minuto escuchamos una de las frases que más nos han repetido en este viaje: "Internet doesn't work", por problemas de la compañía…. Donde he oído yo antes esta misma historia ¿ Habrá que esperar a la noche, y si tenemos suerte y no hay ningún apagón quizás nos podamos conectar...
Pedimos unos momos de vegetales y queso que están buenísimos y unos noodles que a pesar de añadir el clásico “no spicy please” al final, es imposible comerlos de lo que pican. 

Parece que el breve descanso durante  la comida y la coca cola nos ha ayudado a centrarnos un poco más, porque llevábamos una mañana con una sensación un tanto extraña, como de confusión y pesadez mental que achacamos como no, a la altura. Ahora entendemos los anuncios de los garitos más cool de Leh, dónde los Gin tonics se sustituyen por dosis extras de oxígeno.
 
Así que la tarde la dedicamos a pasear tranquilamente por la zona de Changspa, la zona mochilera por excelencia. Hay muchos puestos de artesanía y textil. Volvemos a comprar alguna que otra prenda de montaña a precios irresistibles y seguimos regateando unas mochilas pequeñas de la marca North Face que nos han encargado nuestros amigos. Esperamos aclimatarnos pronto, porque si no esto va a ser nuestra ruina.


A lo largo de la tarde hemos experimentado ya una mejoría, y decidimos intentar la subida a pie a la Shanti estupa. Hay cientos de escaleras, 568 para ser más exactos y la intención es poder contemplar el atardecer desde el mirador que se encuentra a los pies de la estupa y que seguro nos va a regalar unas vistas difícilmente olvidables.
Nos separan 130 metros de desnivel que a 3700 metros se nos hacen interminables. Durante el trayecto nos acompaña un perrete que desde el centro de Leh ha decidido ser nuestro guía. 
Tengo que confesar que en más de un momento pensé que no llegaría, pero ver como el perrete bajaba una y otra vez a buscarme cada vez que me paraba y las impresionantes vistas que pudimos contemplar durante la subida,  me hicieron continuar hasta el final. Es increíble lo que el cuerpo cambia cuando lo sometemos a condiciones de altura. 

Y no sólo conseguimos nuestro objetivo, si no que llegamos justo a tiempo para ver el atardecer desde el mirador de la Shanti estupa. Las vistas no defraudan, pero lo que más nos sorprende es el juego de luces que se despliega frente a nosotros.

De fondo se escucha una música relajante tibetana que se entremezcla con el Al –Adhan, o llamada a la oración desde la mezquita de Leh. Y frente a nosotros, Leh a nuestros pies rodeado de montañas de más de 6000metros. ¿Se puede pedir algo más¿ Si, quizás que estos momentos no acabaran nunca. 


No nos hubiéramos ido de allí de no ser que una vez que el sol nos abandonó el frío empezó meterse en nuestros cuerpos recordándonos que quizás había llegado la hora de emprender la vuelta hacia la ciudad. 
Nuestro perrete, muy respetuoso él, no ha entrado en el recinto de la estupa, pero sin embargo no sigue esperando a la salida y nos acompaña durante todo el trayecto hasta el centro de Leh. 

Ya ha anochecido, hay muy pocas luces en la calle y nos recuerda mucho cuando en India volvíamos siempre paseando al hotel a la luz de nuestras linternas. Nos despedimos finalmente de nuestro guía de lujo. Ha sido un placer conocerte, perrete !

Antes de ir a cenar, vamos a recoger nuestra moto. Firmamos el contrato de alquiler, que viene a decir algo así como que si te la pegas, pagas y si se estropea, llamas,  te van a buscar y ellos se hacen cargo de los costes de la reparación…. Esperemos no tener que comprobar ninguna de las dos cláusulas. 

Y ahora ya sí, motorizados nos vamos a cenar. Esta vez hemos elegido el restaurante Gesmo. Luis se pide un plato de noodles y yo una sopa con noodles para intentar entrar un poco en calor. Está todo buenísimo y con una muy buena relación calidad precio. Totalmente recomendable.

Y de repente, nos entra el bajón. Empezamos a acusar el cansancio, así que decidimos volver al hotel. En moto no son ni 5 minutos, los suficientes para llegar en estado de congelación. Y es que en Leh por la noche, no refresca, hace frío y si vas en moto se acusa mucho más.

Lamu  sale a recibirnos, es encantadora. Y nos pregunta cómo hemos llevado el día. Después de charlar un ratito con ella, y antes de despedirnos, le comentamos nuestros planes de visitar el monasterio de Thiksey mañana. Queremos asistir a la puya de las 07:00 de la mañana, así que a las 06:00 bajaremos a desayunar. 


Nos retiramos a dormir. Estamos muy cansados, llevamos muchas horas sin descansar en condiciones y cruzamos los dedos para que esta noche podamos recuperarnos un poco.
Pero una cosa son los planes que uno tiene, y otra muy distinta lo que finalmente uno puede hacer.

Leh,  tiene una magia especial, un entorno bellísimo, una atmósfera cautivadora, y una altitud.... que es capaz de cambiar toda tu planificación en un abrir y cerrar de ojos.  


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